Ser hijo es el primer lugar que ocupas como ser humano. Todos somos hijos en el momento de ser engendrados. Al comienzo de la vida tu única función es tomar de tus padres. Tomas no solo el alimento y los cuidados, sino las enseñanzas que ellos te brindan con la instrucción y el ejemplo. Tal vez esperaste algo diferente a lo que tus padres tuvieron para dar, entonces se creó un vacío en tu corazón que no se puede llenar y que tal vez se ha convertido en reclamo o resentimiento. Entonces te apartaste del lugar desde el cual podías tomar y te quedaste “solo” y falto de fuerza. Comenzaste entonces a tomar los problemas o dificultades de tus padres como sustitutos de lo que no te dieron o tal vez te convertiste en su verdugo criticándolos y cuestionándolos hasta hoy.

En la adultez esto se ve reflejado en tus relaciones con tus superiores y con tus hijos. Con tus superiores tendrás problemas de autoridad, te costará seguir instrucciones y no encontrarás fácilmente un líder a quien seguir o de quien te interese aprender. Con tus hijos sentirás que lo que les das no es suficiente, te costará ponerles límites y tal vez esperarás que te den lo que, según tú, tus padres no te dieron.

Es posible que ellos te juzguen, cuestionen y critiquen de la misma manera que lo haces con tus propios padres.

Otra posibilidad es que te hayas puesto de parte de alguno de ellos, tal vez percibiste que uno era débil y te pusiste de su lado, o en una pelea o separación te quedaste con uno de ellos y tuviste que ponerte en contra del otro. Entonces tu corazón quedó dividido no pudiendo tomar de los dos.

Quizá percibiste a tus padres débiles y faltos de fuerza, entonces tomaste su lugar haciéndote cargo de uno de ellos o de ambos y te ubicaste como tus abuelos, como los adultos a cargo. Esto no solo te impide tomar sino que se convierte en una carga muy pesada que tarde o temprano se te hace imposible de llevar.

Ejercicio

Observa tu postura frente a tus padres, ¿te sientes más grande que ellos?, ¿más fuerte, capaz o inteligente? ¿Consideras que sin ti no podrían sobrevivir o que necesitan quien les esté diciendo qué hacer o cómo hacerlo? ¿Tienes muchas opiniones respecto a ellos y su historia? Solo imagina a tus padres frente a ti y diles “ustedes son los grandes y yo soy el pequeño” y observa lo que sucede.

 

por Mónica Giraldo

 

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