¿Alguna vez te has sentido en estado de confusión? ¿Sin tener claridad sobre cómo te sientes o qué estás sintiendo? Los estados de confusión pueden ser muy enriquecedores si te atreves a sentirlos, a aceptarlos y a escuchar tu cuerpo. Hoy te invito a que veamos los estados de confusión desde una mirada sistémica.

 

Observa la Confusión tal como es

Mi primera invitación es que te des cuenta si estás juzgando la situación como buena o mala. Si sentir confusión te genera incomodidad, miedo o malestar, puede que caigas en la trampa de pensar que “no deberías sentirte así”. Y digo trampa porque cuando tengo sentimientos que me generan malestar, mi impulso es deshacerme de ellos, los considero negativos y, creo que está mal sentirme así.

En lugar de escuchar mi cuerpo, de atender mis sentimientos, empiezo a pensar, ¿cómo logro no sentir esto? Ese es el primer paso para incorporar un hábito que te lleve a ignorar las señales que te está dando la vida con el deseo de “sentirte mejor”.

Una pregunta interesante para que te hagas es: ¿por qué crees que no deberías sentir lo que estás sintiendo? ¿Por qué supones que si en este momento te sientes como te sientes deberías sentirte de otra manera?

Seguro no es agradable sentir confusión, miedo, incomodidad, incertidumbre, pero eso no significa que sean sensaciones o sentimientos “malos” y que tenemos que eliminarlos, evitarlos o ignorarlos.

Si yo entiendo que la confusión es algo “malo” entonces, siguiendo la misma línea de entendimiento, voy a creer que para dejar de estar así tengo que estar “lo contrario”. En este caso, lo que me sacaría de la confusión es la “certeza”, la “claridad” o la “seguridad”.

Pero, en realidad, la confusión es mucho más que lo opuesto a esos estados. La confusión es un momento o un estado en el cual, por no saber, por no tener claro, es que empezamos a buscar respuestas, a perseguir soluciones, a seguir otras formas y maneras de ver o entender las cosas que nos suceden.

Teniendo claro lo anterior, mira si reconoces tus estados de confusión como algo malo o como una oportunidad de crecimiento.

 

La Riqueza de los Estados de Confusión para ir Más Allá

Analicemos lo siguiente. Una persona que cree estar clara, segura y que tiene todo resuelto, ¿es una persona que cambia o que se mantiene en sus mismos estados, muchas veces sin intentar ir más allá o buscar mayor bienestar o mayor expansión?

¿Puedes empezar a ver la riqueza de los estados de confusión?

A lo que voy con esto es que de alguna manera, el no saber o el estar confundidos, nos reta como seres humanos a elevarnos al siguiente nivel, a ir un paso más allá. La vida en sí misma es expansiva y todo el tiempo está buscando diferentes formas y caminos.

Observar la naturaleza es una buena manera de darnos cuenta de ello. Estudiar un poco sobre la evolución de las especies de todo lo vivo en el planeta nos muestra cómo la vida siempre está buscando alcanzar nuevos espacios de diversificación, de expansión, de conquista.

Antes toda la vida sucedía en los mares y, de alguna forma, saltamos a la tierra y empezamos a encontrar novedosos modos de expandir todas las especies y extender las formas de vivir y de metabolizar para conquistar nuevos espacios y lugares.

Luego dejamos la tierra y conquistamos el cielo. Todas las aves y los insectos se expandieron hacia nuevos territorios. Nosotros mismos, como seres humanos, estamos queriendo explorar la vida fuera del planeta…

Es decir, es un impulso natural desde el ser individuos y seres humanos. Ese estímulo nos mueve a ir más allá de ser solo animales, o una especie instintiva que busca la supervivencia, y empezar a encontrar un desarrollo más profundo que nos permita determinar si aceptamos los estados de confusión como ¿obstáculo o trampolín?

 

Los Estados de Confusión como una Nueva Manera para Explorarse y Reinventarse

La confusión es el punto de partida, es ese lugar en el que al no saber, no estar seguro, empiezas a expandir tu mente y a buscar nuevas maneras de ver.

Desde el enfoque de Bert Hellinger y las constelaciones familiares, las preguntas fundamentales que nos podemos hacer y que han sido las que han desarrollado la religión o la filosofía, son estos interrogantes de ¿quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito?

Estas inquietudes por momentos nos desconectan de la realidad concreta, con la que tenemos que lidiar a diario y que es donde nos encontramos muchas veces en este estado de confusión.

Entonces, quién soy, es una pregunta existencial, pero, preguntarme quién soy en relación con este sitio en el que estoy, al trabajo que tengo, a la familia que tengo, la salud que tengo, el cuerpo que tengo… Pues es tan profundo y tan movilizador como “quién soy” como ser en este universo.

Y las respuestas que nos da este trabajo, desde las Constelaciones familiares y las comprensiones de Bert Hellinger, nos permiten empezar a descifrar interrogantes sin, por supuesto, creer que resolvimos la vida y su origen.

Por supuesto que no, pero sí resolver ese estado de insatisfacción, inquietud o desasosiego permanente, que experimentamos y que no nos permite disfrutar y gozar de las cosas cotidianas e incluso de la misma confusión.

En este punto, me refiero a disfrutar de la confusión en el sentido de que “estar confundido” está bien y que puedo relajarme en este sentimiento supuesto como negativo, que más que negativo es incómodo.

Y comprender que, tal vez, se está gestando algo nuevo, que tal vez estoy listo para hacerme distintas preguntas que me lleven a territorios interiores desconocidos y lugares en los que pueda explorarme.

 

La Incomodidad: El Inicio de Nuevas Posibilidades

Tenemos muchas ideas fijas respecto a quiénes somos y, la realidad, es que podemos reinventarnos y encontrar un lugar interior donde hayamos encajado en la vida, en nuestra historia, y en el que por fin estemos listos para dejar de estar resolviendo asuntos y empezar a buscar posibilidades de reconocimiento, de encontrar nuevos talentos y territorios…

La confusión hoy en día en mi vida es un estado maravilloso. Porque insisto, significa que algo nuevo puede suceder, que ya no lo tengo todo claro o resuelto. Entonces, es posible que algo surja y puedo empezar a explorarme de formas magníficas, sin necesidad de que sean grandes.

Estas versiones pueden ser detonantes en la simpleza de mi casa, de mi hogar. Tal vez, querer tocar un instrumento o intentar cocinar algo si nunca lo he hecho, tener una mascota, ayudar a crecer a una planta o, incluso, crear un proyecto, una empresa, o dejar por completo mi profesión y convertirme en otra cosa.

El universo es el límite, pero no significa que tengamos que ir a conquistar el universo para conquistar un nuevo lugar, un nuevo espacio de goce, plenitud y satisfacción interna.

 

Reflexión Final

En definitiva, sí necesitamos sentir que estamos bien, que aquel lugar en el que estamos “está bien”, que nos sentimos cómodos allí, que estamos seguros, que todo está en el lugar correcto.

Y para sentirnos así y estar en ese lugar, se requiere un poco de ordenamiento interno, de reconocer cómo funciona la vida y cómo poner la vida a mi favor, en lugar de ver con qué está en mi contra.

Un primer paso puede ser darle la bienvenida a los estados de confusión y, con una mirada sistémica, empezar a hacer el ejercicio de explorar qué tesoro hay allí para mí.

 

Por: Mónica Giraldo
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