Una de las preguntas más comunes en la consulta médica es esta: ¿Qué hice mal, doctor? No solo en la medicina clásica, que es generadora de este paradigma, sino desde la visión más alternativa.

La idea de que, si me enfermo, algo debí hacer mal, no debí de comer, algo estoy pagando, algo entró en mi cuerpo y me hizo daño, y aún más, mi cuerpo me está atacando o mi cuerpo se atrofió.

La idea de que los humanos son la corona de la creación, la fuente de todo valor, la medida de todas las cosas, el centro del universo, está profundamente arraigada en nuestra cultura y conciencia. Esto nos ha llevado a generar un paradigma de separación y culpa entre la vida, la naturaleza y nosotros, los animales humanos.

Este paradigma produce más activaciones de enfermedad o síntomas que cualquier microorganismo, bacteria, virus o pandemia.

Es un sueño fantástico que me genera una química corporal que es el nido para activar múltiples síntomas. La idea de que la vida se va en contra de ella misma, o que se va mermando a medida que pasa el tiempo, es un paradigma tan profundamente arraigado que lo hemos convertido en una verdad: algún día nos vamos a morir.

Cuando los animales humanos nos damos la posibilidad de incursionar un poco a través de nuestras capas de autoapreciación antropocéntrica, empieza a ocurrir un cambio muy profundo de conciencia. La separación y el aislamiento lo vemos como algo irreal.

Reconoces tu humanidad como meramente la etapa más reciente de tu existencia y, conforme dejas de identificarte exclusivamente con este capítulo, empiezas a hacer contacto contigo mismo como mamífero, como vertebrado, como una especie que recién emergió del bosque tropical.

A medida que se dispersa la neblina de la amnesia, ocurre una transformación en tu relación con tu cuerpo, con la vida, con otras especies y en tu compromiso con ellas y con la vida misma.

 

Una nueva Visión sobre los Síntomas y la Enfermedad

Un médico alemán, el Dr. Ryke Hamer, postuló un nuevo paradigma de las enfermedades y síntomas con mucha lógica y verificación científica. Esta idea se sostiene en que la Ontogenia, la cual describe el desarrollo de un organismo desde la fecundación hasta su envejecimiento, replica la Filogenia, que es una rama de la biología que se encarga de estudiar el origen y evolución de los seres vivos y, con esta idea de base, desarrolla la teoría que todo lo que llamamos enfermedades son respuestas de adaptación a la vida, es decir una estrategia de la vida para perpetuarse. Y, si observamos en los procesos evolutivos de la especie, el Dr. Hamer no ha dicho mentiras, solo postuló lo que la Naturaleza viene haciendo desde hace miles de millones de años.

Esta nueva visión sostiene la idea de que todas las estrategias (respuestas biológicas) que la vida ha desarrollado para sobrevivir y así continuar las especies, están grabadas en nuestro mapa (ADN genético) con el fin de que, si se llegan a necesitar, estén disponibles para utilizarlas y así poder sostener la vida en los diferentes ambientes o contextos.

A estas respuestas, la medicina occidental en los animales humanos, les ha llamado enfermedades o síntomas.

 

Veámoslo con un ejemplo:

Cuando siento que algo me huele mal (literal o metafóricamente) puedo iniciar una ampliación del epitelio (tejido que protege la mucosa nasal) para así poder percibir olores con mayor intensidad o poder anticiparme al peligro como cualquier animal lo hace. Y cuando ya he verificado que no existe ningún peligro, inicia una fase de reparación de este tejido, generando una proliferación de mucosa y viéndose como una fase muy típica de rinitis o alergia.

Desde esta visión, la enfermedad no es algo a combatir, resolver, deshacer, excluir, desterrar o destruir. Entonces, ¿dónde queda el “qué hice mal, doctor”?

Los síntomas corporales tienen un sentido biológico que trasciende el problema inmediato de salud del cual nos advierten y es que son, más bien, una herramienta de la vida para sostenernos mientras encontramos una vía diferente para vivir en el nuevo yo que estoy gestionando, para experimentar otra de sus miles de posibilidades y así después darnos cuenta de que el cuerpo biológicamente nos sostiene, mientras encontramos una forma diferente a la que le hemos venido ofreciendo. De esta nueva manera el cuerpo, o diseño contenedor de la vida, sale fortalecido y transformado mental, emocional y físicamente.

 

Ejercicio

Cierra un momento los ojos, acomódate en la silla, respira profundamente, hazte consciente de tu peso en el lugar o en la silla donde te encuentras y observa qué está vivo en tu cuerpo.

Ahora hagamos un pequeño viaje a tu historia de vida hasta hoy, evoca un momento en donde atravesaste un síntoma, una enfermedad, un accidente o un evento llamado crítico o confrontante de salud, física, emocional, incluido una pérdida.

Evócalo, recuerda las molestias, los días que estuviste convaleciente, todo lo que te decías, lo que pensabas, cómo te sentías, etc., siéntelo, siente lo que vivías al estar en ese momento, siente cómo pensabas en ese momento, la tensión, el miedo, la preocupación, etc.

Ahora recuerda después de ese evento, cuando ya te recuperaste, cuando fuiste dado de alta. ¿Qué pasó contigo? ¿Algo cambió en ti? ¿Algo se transformó interna o físicamente? De pronto, la consolidación de un hueso hizo de esa articulación una parte más fuerte, de pronto el hecho de perder algo, o alguien, te llevó a fluir un poco más con la vida.

Solo observa, siente, date cuenta de qué cambio, guarda en tu memoria esos momentos y toma para ti nuevamente esta transformación.

Te invito a que de ahora en adelante, cada que te aparezca un síntoma, antes de salir angustiado a donde el médico a preguntarle “qué hice mal, doctor” o a la farmaceuta para deshacerte del malestar, primero revises qué pasó en las horas antes de que apareciera este signo, qué estuviste haciendo, cómo te estuviste sintiendo, qué estuviste discutiendo o conversando, en qué lugar estuviste; muchas veces pensamos que es algo extraordinario y no es así.

Te invito también a pensar que el cuerpo siempre sabe, que la biología nunca miente y que cada signo, síntoma o señal, te está trayendo información. ¿Y si todo está bien en tu cuerpo? ¿Y si solo es un ajuste? ¿Y si solo te estás actualizando para ser más funcional?

 

Por: Sibil Selene De La Hoz

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